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Miércoles 20 de octubre de 1999


EL PINCHAZO QUE DOLIO

Por Hernán Maldonado


Banzer el 6 de agosto en Sucre.
MIAMI - Al principio, si seguíamos las palabras de Guillermo Canedo, viceministro de Régimen Social y Sustancias Controladas, al italiano Marco Marino Diodato le esperaban largos años de cárcel. La acusación era concreta: tráfico de ocho toneladas de cocaína desde Bolivia a Estados Unidos y Europa.

Ya pasa casi medio año desde que estalló el escándalo y las graves acusaciones contra el peninsular se han ido cayendo a pedazos y las únicas que más o menos se mantienen en pie son las de los pinchazos telefónicos y los casinos clandestinos.

Esta lunes el tribunal que lo juzga, incluido el fiscal, el acusado y sus abogados se trasladaron en pleno a la hacienda Perseverancia y, en lugar de hallar pruebas que incriminen a Diodato en la Ley 1008, lo que se encontró fueron testigos que afirman haber sido sujetos de presiones para que declararan en contra del acusado. Amén de ratificarse que si en la hacienda funcionó alguna vez una fábrica de drogas, eso fue antes que Diodato fuera su dueño.

Si se cae, como hasta ahora parece, todo el andamiaje relacionado con el tráfico de drogas armado por los fiscales, al italiano se lo encausara por delitos que nada tienen que ver con la Ley 1008 y que por supuesto no tienen penas tan severas.

Por ejemplo, sería enjuiciado por el asunto de los casinos, una Caja de Pandora en la que Marino podría hacer el papel de bola de nieve arrastrando consigo a un buen número de políticos, militares y hasta jueces y fiscales, como los que dispusieron el embargo de decenas de maquinitas de juego que ahora no aparecen en ningún lado.

La papa quema de tal manera que los parlamentarios han resuelto postergar sus propias investigaciones sobre los casinos hasta otra oportunidad, quizás hasta cuando no esté tan alto el fuego. Ciertamente no es práctico en estos momentos que entre bomberos se pisen la manguera.

La otra acusación en pie contra Diodato es el de la interceptación de teléfonos. Y aquí tampoco el italiano parece haber obrado exclusivamente por cuenta propia, al punto que era el hombre contratado por el general Luis Iriarte, jefe de seguridad del Palacio de Gobierno, para la adquisición de equipos electrónicos de supervigilancia. El general Iriarte se mantiene fugitivo a una orden de comparecencia dictada por el juez Antonio Santamaría.

Lo que sí está claro es que Diodato pinchaba teléfonos. Según la versión más sólida, fue descubierto cuando la FELCN halló que sus mensajes eran interceptados. La FELCN, fuerza operativa de la DEA en Bolivia, fue precisamente la que posibilitó su detención.

En este capítulo delictuoso, sin embargo, habrá que ver y demostrarse que Diodato sacaba provecho para sí o para terceros, porque obviamente el italiano y su banda no escuchaba y grababa las conversaciones por puro deporte.

Otra pregunta pendiente es si alguien ha sacado provecho político interno de los pinchazos. Resulta mucha coincidencia que justamente tras salir a luz el Caso Diodato hayan llegado a su más bajo nivel las relaciones entre los "pitufos" y los "dinosaurios" en el partido oficial.

¿Quiénes grabaron, por encargo de quién, con qué finalidad una conversación privada del presidente Hugo Bánzer?

¿Cómo es que esa copia llegó al diario La Prensa?

La prueba de que ese pinchazo si dolió, fue la apresurada convocatoria a una conferencia de prensa a principios de septiembre, a la que Bánzer sólo invitó a directores y dueños de medios. Allí, el anciano mandatario admitió esa singular charla con esa dama.

En realidad no pasó nada más y se engañaron los que creían que podría repetirse en Bolivia la crisis política que tuvo por protagonistas hace años en Venezuela al presidente Jaime Lusinchi y su secretaria Blanca Ibañez. No hubo mayor escándalo y el presidente Bánzer lo que consiguió de sus interlocutores fue no sólo una especie de perdón y olvido sino una piadosa comprensión.

Obviamente el pinchazo había levantado roncha. Quizás eso explica las idas y venidas, las afirmaciones y rectificaciones, los pasos en falso, las investigaciones de medio pelo del gobierno en el Caso Diodato: lo sustancial de la cuestion fue planteado más glandular que racionalmente.