Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Lunes 9 de septiembre del 2002


EL IRRESISTIBLE ENCANTO DE LAS PERAS

Por Hernán Maldonado


El parlamento boliviano ha sido renovado en un 87 por ciento y las esperanzas del país de encontrar nuevas maneras de pensar, de comportamiento y de obrar están desvaneciéndose ante actitudes que caracterizaron a las legislaturas anteriores.

Los flamantes congresistas del MAS, que como candidatos ofrecieron rebajarse las dietas hasta en un 75 por ciento (promesa de Filemón Escobar), tibiamente plantearon una disminución del 50 por ciento y sus colegas de NFR, MNR, MIR, ADN ni les tomaron en cuenta.

Si los del MAS fueran consecuentes con su discurso, lo honesto hubiera sido que se quedaran con el 50 por ciento de sus dietas y el otro 50 por ciento los destinaran a obras sociales, patrocinadas por ellos mismos. La suma mensual alcanzaría a casi 500.000 bolivianos.

Ese si sería un acierto político innegable. Por una parte mostrarían fidelidad a sus proclamas preelectorales y, por otra, dejarian muy mal parados a los "sistémicos".

Pero como la tentación de las peras -- el nombre con el que bautizó Víctor Paz Estenssoro a los emolumentos que se perciben del Estado - es tan grande, las cosas se han dejado como están y todos tan felices.

En agosto nuestros "honorables" no trabajaron más que 32 horas, equivalentes a cuatro jornadas de ocho, pero cobraron completitos sus 20.900 pesitos.

Al cumplirse un mes de la posesión del nuevo gobierno, la impresión es de que no se ha hecho casi nada. Ni siquiera se ha completado la composición del Poder Ejecutivo. Lo que ha sobresalido es la brutal pugna por las peras.

El MIR, que "desinteresadamente" accedió a cogobernar, según su líder Jaime Paz Zamora, se enfrascó en una lucha sin cuartel con el MNR a la caza de las peras y la última palabra no está dicha. Falta todavía la repartija de las embajadas y consulados.

Hasta la UCS (Unión de Chantajistas Sinvergüenzas, según las malas lenguas), no contenta con haber capturado el ministerio de Justicia, para su papel de ratón encargado de cuidar el queso, ha reclamado más peras. ¡Y las ha conseguido!

El MNR, que se ha pasado por el hombro dos decretos de inmovilidad funcionaria para acomodar a sus angurrientos conmilitones en dos ministerios, ha tenido que publicar un aviso para calmar a los recalcitrantes diciéndoles que no hay más peras… pese a haber inflado el Ejecutivo con dos ministerios más.

¿Y por qué los partidos pelean con tanto afán por las peras? Primero, porque satisfacen así inmoralmente compromisos económico-electorales (tanto diste, tanto te doy) y, segundo, porque es una práctica inveterada que todos los parlamentarios y funcionarios públicos de un partido deben contribuir mensualmente con cierto porcentaje de su sueldo a las arcas del mismo para pagar sueldos a los activistas.

El MIR ha hecho una próspera industria de esto. Por eso mantiene incólume su clientela electoral; eso explica el porqué de sus votos duros. No importa el desgobierno en el que cogobierne. Ni los negociados ni la corrupción de sus "cardenales" le hacen mella. Funciona "aceitadita" la burocracia partidaria.

En un país donde la pobreza, el desempleo, el hambre, la insalubridad y la corrupcion nos mantienen africanizados, parece que los viejos vicios son difíciles de erradicar, como estamos viendo otra vez en el flamante gobierno.

Un mes para poner en marcha la burocracia estatal no es sólo una exageración, sino un abuso. Y, por la manera de llenarla, una forma de corrupción.

Las peras parece que también cambian a las personas. Cuando eran periodistas Carlos D. Mesa y Lupe Cajías, recibían prácticamente con los ojos cerrados los informes de Transparencia Internacional dándonos el subcampeonato sudamericano de la corrupción. Ahora, como políticos oficialistas, ambos tienen reparos a la "metodología" de TI para llegar a esa conclusión.

Y es que una cosa es estar en el llano y otra en el poder. O como el mismo Mesa, solía decirnos a través de PAT: "Otra cosa es con guitarra…"





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