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Miércoles 3 de marzo de 1999


EL MIR DE BOLIVIA PASA
POR SOBRE SUS MUERTOS

Por Hernán Maldonado


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Miami – A mediados de 1969, cuando Jorge "Chichi" Ríos Dalenz, dejó las filas del Partido Demócrata Cristiano (PDC) llevándose consigo a lo más granado y prometedor de la juventud de este partido, entre las muchas razones que dió estaba la que "no podía traicionar a sus compañeros ni la palabra empeñada".

Ríos Dalenz tenía una nueva visión del país y lo había hecho constar en un documento aprobado en el congreso de la Juventud Demócrata Cristiana celebrada en Cochabamba a principios de ese año.

El planteamiento, que buscaba sacar del letargo al PDC de Remo Di Natale, Vicente Mendoza Nava y Benjamín Miguel, fue calificado por éstos y su vieja estructura de "extremista" y al cerrarse todas las vías del diálogo, Ríos Dalenz optó por fundar el Partido Demócrata Cristiano Revolucionario, gérmen de lo que a la vuelta de la esquina sería el Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR).

Ríos Dalenz puso en práctica los valores éticos que predicaba en política. No podía dejar a la deriva a esa enorme legión juvenil que encabezaba y a la que había entusiasmado con el documento aprobado en Cochabamba.

Su tesis de cambiar las estructuras de Bolivia buscó ser acelerada por el grupo que tomó las armas en la guerrilla de Teoponte. Ríos Dalenz no alentó ese alzamiento. Más de una vez le escuché reflexionar a Juan José Saavedra (muerto en la lucha), impetuoso universitario ex democristiano, que proclamaba que el nuevo país saldría de la boca de los fusiles.

Cuando el coronel Hugo Bánzer Suárez tomó el poder, la policía política puso precio a la cabeza de Ríos Dalenz. En esas infames pancartas con las fotografías de hombres y mujeres que la dictadura mandó empapelar el país bajo el título de "elenos buscados", la primera de ellas era de "Chichi".

Estando exiliado en Chile, Ríos Dalenz fue secuestrado el mismo día del golpe contra Salvador Allende y asesinado dos días después.

Ríos Dalenz dejó sembrada la semilla de los valores éticos que proclamaba en muchos de los que fueron sus compañeros de lucha, algunos de los cuales también hallarían la muerte trágicamente, como José "Pepe" Reyes Carvajal, uno de los asesinados en la Calle Harrington.

El MIR post-Ríos Dalenz dejó atrás los principios y se convirtió en un partido pragmático y por eso, como dijo su nuevo líder Jaime Paz Zamora, atravesó "ríos de sangre" para abrazarse con sus verdugos de ayer y disfrutar del goce del poder.

En nombre de ese pragmatismo fue gobierno y ahora es cogobierno. Pareciera que nada le desanimara de disfrutar de las "peras", como solía llamar el doctor Víctor Paz Estenssoro a los cargos burocráticos.

Los principios están enterrados con Ríos Dalenz, como lo prueban las inconductas de los últimos días.

Con motivo del caso Pinochet y la Operación Cóndor, en noviembre pasado la Cámara de Diputados aprobó un resolución acordando enviar al juez español Baltasar Garzón los documentos que prueban que siete bolivianos, entre ellos Ríos Dalenz, fueron asesinados por la dictadura chilena.

La resolución se durmió semanas en el poder ejecutivo, dado que el trámite debe efectuarse por conducto de la cancillería. Como el caso toca de cerca de la dictadura de Bánzer de esa época, la cancillería dejó pasar el caso por bajo la mesa y lo devolvió a la Cámara de Diputados.

Con las objeciones de la bancada de Acción Democrática Nacionalista (ADN), aliada del MIR en el gobierno, la resolución volvió a ser tratada la semana pasada. Sin haberse aprobado la reconsideración por dos tercios – como correspondía -, la Cámara revocó su anterior decisión y finalmente por presión de ADN dejó que el MIR haga, si quiere, la gestión ante el juez español.

Para el estado boliviano, esos siete compatriotas asesinados en Chile no cuentan y si cuentan, que reclamen terceras personas. ¿Qué les parece?

En medio de ello la tirantez entre ambos partidos. Cuando los miristas presionaron para que se respete la decisión de noviembre, el presidente de la Cámara de Senadores, Walter Guiteras, alto jerarca adenista, les recordó cosillas por las cuales algunos líderes miristas no tienen visa a Estados Unidos.

Guiteras puntualizó que los miristas están cogobernando actualmente "gracias" a las gestiones que para ello hizo el vicepresidente "Tuto" Quiroga ante Estados Unidos, revelando la vergüenza de que nuestros políticos piden permiso a Washington hasta para hacer coaliciones.

Cuando el entredicho amenazaba la unidad bipartidaria para el usufructo de las peras, el subjefe del MIR, Oscar Eid (que acaba de dejar la cárcel donde estuvo cuatro años por vínculos con el narcotráfico) se entrevistó con Guiteras y allí mismo volvió la paz y se resolvió lo que después fue aprobado en la Cámara de Diputados.

Otra vez el pragmatismo de los que proclaman cometer sólo "errores y no delitos", así tengan que pasar ya no por "ríos de sangre", sino por encima de los cadáveres de sus camaradas.

¿A Oscar Eid le dolió la muerte de éstos?

En una carta publicada en los diarios bolivianos de febrero de 1973, Eid criticaba a sus dirigentes exiliados en Chile "su comodidad burguesa y su figuración" y les atribuía haber olvidado a sus bases "viviendo una vida de apoltronamiento, comodidad e indiferencia".

Y remataba asi: "Consecuente con todo lo que manifesté antes de agosto de 1971, me quedé en Bolivia seguro de que los dirigentes volverían para afrontar sus responsabilidades, lo cual no ha sucedido y por el contrario sabemos de la gran vida que llevan en su exilio dorado y nosotros pagando la incapacidad, poca hombría y desverguenza de los susodichos".

"Chichi" y "Pepe" perdónenlo. Amén.