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Miércoles, 4 de octubre del 2017


MILITARES BOLIVIANOS DERROTADOS POR EL CHE

Por Hernán Maldonado

Lo que no pudo hacer vivo, 50 años después de su muerte, Ernesto Che Guevara derrota a los militares bolivianos. Ni el más optimista de sus seguidores hubiera pensado en 1967 que el invasor de Bolivia recibiera los homenajes que le prepara el régimen de Evo Morales.

Si los actuales militares no se sonrojan siquiera ante el revés que les propina Morales, Bolivia mayoritariamente repudia esos homenajes al invasor, causante de la muerte de 58 soldados en su locura de implantar un foco guerrillero castro-comunista en el país.

Por primera vez en más de un siglo, el ejército boliviano se apuntó su sensacional victoria en defensa de la soberanía nacional. Fue el segundo triunfo de las armas nacionales ante una invasión, tras la gloriosa epopeya de Ingavi en 1841.

Hace 50 años, los militares prácticamente con viejo armamento fueron capaces de derrotar la incursión del Che y sus huestes. Si sus mandos hubieran “aprovechado” la ocasión, podían haber logrado ingente apoyo en equipo militar desde Estados Unidos, como ocurrió después en Guatemala, El Salvador, etc.

Hace 11 años al asumir el cargo Morales, su primera medida –bajo consejo de su mentor Hugo Chávez, marioneta de Fidel Castro-- lo primero que hizo fue dar de baja a las dos promociones del alto mando, rodeándose de inmediato de incondicionales.

Un militar de honor (eso me enseñaron en el cuartel) jamás renunciaría a sus victorias rociadas con la sangre de sus héroes, ni mancharía su uniforme por ningún motivo. Con Morales vemos al alto mando con ponchos rojos (vestimenta de indígenas asesinos de perros) sobre sus guerreras.

No solo eso, sino que se les obliga en actos oficiales a ponerse coronas de hojas de coca en los cuellos. Entonces ¿dónde queda la autoridad moral para coadyuvar en la erradicación de cultivos ilegales?

Chávez, apenas instalado Morales, le envió $5 millones para “la refacción de los cuarteles”, dineros de los que no han dado cuenta sus recipientes y más mal han aparecido altos jefes involucrados en casos de corrupción.

Los militares “evistas” ahora son premiados con cargos diplomáticos al terminar sus carreras y al “perraje” (oficiales de menor graduación) se le contenta con recibir televisores de última generación, línea blanca o bolsas mensuales de 40 kilos de harina, arroz, azúcar…

Parece que hubiera pasado un siglo desde que Chávez llegó a Cochabamba una madrugada y a la guarnición militar le espetó: ¡Patria o Muerte!, y en vano esperó que le contestaran ¡Venceremos! Fue el mayor bochorno para el sátrapa desde que el rey Juan Carlos lo mandó a callar en la Cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile.

Ahora ya es corriente que los soldados, cuyo alto mando les pidió ser antiimperialistas, griten sin ruborizarse la consigna castro-chavista: Patria, socialismo o muerte. Obvio que olvidan que el Padre de la Patria no fue el Che, sino el inmortal venezolano Simón Bolívar.

Cinco días de homenajes al Che, no solo son una afrenta a costa del bolsillo de los contribuyentes, porque la claqué extranjera llega con gastos pagados, sino porque los que mantienen contento al “socialista” de nuevo cuño parecen haberse sumado definitivamente al club de “chupatetillas” (zalameros), según el propio Evo.

La Higuera, ese remoto caserío oriental, se convertirá estos días en peregrinaje para que Morales se rinda definitivamente ante el invasor de Bolivia, sin importarle que él es, por ley, “capitán general de las Fuerzas Armadas”, de esas que ahora son derrotadas por su vencido. Amanecerá y veremos.

(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de la ANF de Bolivia.