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Viernes 12 octubre del 2012


LA VENEZUELA INCREIBLE

Por Hernán Maldonado

El padre José Gramunt, sin pronunciar palabra, más compasivo que incrédulo, me miró desde la altura de sus 90 años cuando hace más de 9 meses le dije que pensaba que Venezuela se acercaba a un cambio de gobierno este año.

No fue la primera vez. Antes de comenzar el 2006 le dije que creía "imposible" que Bolivia eligiera como presidente a un caudillo casi iletrado. "No te equivoques", dijo secante.

Ahora que ya pasó lo que pasó queda poco por decir o escribir a no ser abrir la boca ante hechos sorpresivos que muestran a una Venezuela increíble.

Organismos de derechos humanos sostienen que Venezuela tiene uno de los sistemas carcelarios más inhumanos del mundo. 550 presos fueron asesinados este año. El presidente Hugo Chávez fue reelegido con el 80% de los votos de los 35.000 reclusos habilitados.

El 60% de la población rural padece desde hace años crónicos apagones y el sistema de agua potable apenas funciona. Fue, sin embargo, el que aportó la mayor parte de los 8.1 millones de votos a Chávez.

La inflación en los últimos años no ha bajado del 25%, la más alta de América Latina, afectando mayormente a los sectores populares, que paradójicamente siguen apostando por el teniente coronel.

La inseguridad que puso a Venezuela en el tercer lugar mundial el 2011 por un total de más de19.500 asesinados, no afectó la candidatura reeleccionista. Para el régimen la inseguridad es solo una "sensación".

Alrededor de 5 millones de venezolanos están en la economía informal. El más reciente informe de la Comisión Económica para América Latina sitúa el desempleo en 9.2%, sólo por debajo de Colombia (13.2%) y Perú (9.4%).

La infraestructura vial está totalmente descuidada. Durante la campaña Chávez regañó públicamente al gobernador de Anzoátegui, William Saab, porque el vehículo que lo conducía no podía esquivar huecos callejeros.

Hace 14 años que los 6.000 vecinos de Mata Redonda, en el estado de Maracay, reclaman sin éxito la construcción de viviendas para esquivar los desbordes del Lago de Valencia. Fueron los que más votaron por Chávez.

En los primeros años del gobierno chavista las multitudes coreaban en las calles: "Con hambre y sin empleo, con Chávez me resteo" (doy el resto). Hoy parece que ya no gritan, votan automáticamente.

Por eso es que no entiendo cómo los votantes le ratificaron en el cargo. Hasta pasaron por alto uno de sus más cínicos discursos de la campaña. Fue en el estado de Monagas cuando Chávez le dijo a los venezolanos:

"No importa que no tengan empleo, que se les vaya la luz, que no tengan agua, empleo, que las calles estén rotas o que no les hayan entregado las viviendas prometidas. ¡Aquí lo que importa es la patria!" Y claro, la patria es él, lo ha dicho varias veces.

Y bueno, querido padre Gramunt, cuento con su benevolencia para que me entienda que creí de buena fe, apoyándome en cierta lógica, que las cosas serían diferentes. Quizás si revivieran los Hermanos Grimm escribirían la versión moderna de su famoso cuento.