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Viernes 22 de junio 2012


LA POPULARIDAD PERDIDA

Por Hernán Maldonado

El presidente Evo Morales ve cada vez más lejanos los tiempos en que aparecía como un fenómeno político a nivel mundial.

A nivel interno, según sondeos que manejan sus adversarios políticos, su popularidad difícilmente sobrepasa el 30%, la mitad del porcentaje con el que fue reelegido.

Por supuesto que el ejercicio del poder desgasta casi en todas partes y mucho más cuando se incumplen las promesas electorales.

Morales ya no es el líder de otros tiempos, según se advierte en sus más recientes concurrencias a citas internacionales. Los periodistas ya no se empujan para tomarle una foto o una declaración.

Las agencias internacionales apenas citan sus discursos que son ignorados mayormente en Europa y Estados Unidos.

Durante la Cumbre de las Américas, en Cartagena, las principales cadenas de televisión del hemisferio (NTN24, Globovision) cortaron sus transmisiones a la hora de su discurso.

Ahora en la Cumbre de la Tierra Río+20 de Brasil virtualmente pasó desapercibido. Su discurso, pese a su brevedad, hasta en Bolivia sólo fue reproducido íntegramente por la prensa oficialista.

En Venezuela lo trascendente fue su anunciada intención de jugar un partido de fútbol, aparentemente ignorando que la policía boliviana estaba amotinada.

Como están las cosas, en la prensa independiente de Venezuela cae muy mal últimamente estar reproduciendo homenajes al "gran sabio, Fidel Castro", como lo describió Morales.

Además es difícil entender muchos de los conceptos que expresa porque en el fondo lo único que trata de poner en claro es su profundo rechazo al libre mercado, el capitalismo y el imperialismo.

Eso mismo es un poco incongruente, porque es el máximo líder de los productores de coca, abanderados del libre mercado.

Su anticapitalismo no es congruente con su reciente decisión de tomar las riendas de AMETEX, el más grande conglomerado textil de Bolivia, que muy difícilmente podría describirse como industria estratégica.

Y su antimperialismo de alguna manera llevó a Bolivia a perder las preferencias arancelarias estadounidenses, el principal mercado de la quebrada AMETEX.

¿Cuándo empezó la debacle? Quizás a fines de diciembre del 2010 cuando como regalo de Navidad a sus compatriotas decretó el aumento de los precios de los combustibles.

La furia popular le hizo recular. Nadie podía entender, ni entre sus más recalcitrantes partidarios, que el "pobre indiecito", como le gustaba describirse, produjera una medida netamente neoliberal.

Para la prensa internacional Morales perdió ascendiente cuando recomendó no comer pollos porque causan homosexualidad o afirmar que la papa origina la calvicie.

El rotundo fracaso de su cancillería en la Conferencia de Cancilleres de Cochabamba, respecto a la aspiración marítima boliviana, es la más reciente causa de las profundas decepciones populares.

Lo único rescatable parece ser la moda que impuso gracias a una famosa diseñadora. Hasta el ex presidente Lula apareció la semana pasada con un "traje a lo Evo".

Pero hasta en esto tengo mis dudas. Salvo los retoques de aguayos autóctonos, el "look" se ve desde hace años en la India y Pakistán. ¿O no?