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Miércoles 17 de febrero de 1999


UN TRIUNFO NACIONAL SIN COLORES POLITICOS

Por Hernán Maldonado


Bolivia-Brasil

Miami – Hace una semana Bolivia asistió a un hecho singular en su historia que merece destacarse porque es una excepción a nuestra ancestral propensión a deshacer desde el gobierno lo que hizo el anterior.

El presidente Hugo Bánzer, culminando una gestión que duró 25 años, junto con su colega brasileño Fernando Henrique Cardoso inauguró esa monumental obra de ingeniería que es el gasoducto Santa Cruz-Sao Paulo.

Como una cicatriz que atraviesa la selva amazónica, la gigantesca obra se extiende a lo largo de 557 kilómetros en el lado boliviano y otros 2.345 kilómetros en el territorio brasileño.

El primero de abril comenzará el bombeo de 8 millones de pies cúbicos diarios y se calcula que este año nuestro erario crecerá en 100 millones de dólares. Cuando termine el actual contrato, el 2019, Bolivia habrá recibido la bonita suma de 7,000 millones de dólares, según las estimaciones menos optimistas.

La construcción, en Bolivia, fue un reto para centenares de profesionales procedentes de 27 países y un ejército de 5.000 trabajadores, a lo largo de 14 meses de labores. Nada los desanimó, ni cuando debieron modificar planes y construir un túnel a 20 metros de profundidad para que el gasoducto superara el kilómetro y medio de ancho del Río Grande.

Por fin (y en los plazos establecidos, algo de por si increible) se concluyó una obra a la que le pusieron el hombro los gobiernos que se alternaron sucesivamente desde 1974. Esto es lo destacable. Quizás por primera vez en nuestra historia hubo continuidad en las gestiones. Hubo una política nacional, por encima de los hombres y los partidos.

Cuando se iniciaron las negociaciones, las condiciones no eran buenas para el país y por eso se alzaron voces vigorosas para denunciarlas. A algunos les costó el puesto, como al ministro de Defensa de la época, general Florentino Mendieta, y a otros cárcel, persecución y exilio, como a Marcelo Quiroga Santa Cruz.

En una época en que las cosas no estaban todavía claras, ambos clamaban porque primero se garantizara que el país tenía reservas suficientes como para embarcarse en una venta tan colosal. Sólo años después se supo que esas reservas, una buena parte todavía está por probarse, alcanzan a 38.79 trillones de pies cúbicos.

Quiroga Santa Cruz había denunciado (Diario El Día de México, 26 agosto 1977) la "negociación que compromete gravemente la economía, la independencia y la dignidad nacionales".

Sus denuncias no cayeron en saco roto, en la medida de lo que se pudo, el convenio fue perfeccionándose en los gobiernos sucesivos.

Por esto, a la hora de la cosecha, todos los ex presidentes debían estar en la ceremonia de inauguración. No fue así y por diferentes razones. El ex presidente Víctor Paz Estenssoro, retirado de la política, difícilmente viaja a sus 92 años.

En otros casos, a la grandeza de la obra se le abrazó la mezquindad de los hombres. El ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada no acudió porque se le invitó a última hora. El país lo lamentó porque de verdad fue uno de sus principales artífices. Sánchez de Lozada y Bánzer alimentan desde hace dos décadas odios irreconciliables y el día anterior a la magna fecha habían tenido un rudo encontron verbal.

Justamente en la gestión de Sánchez de Lozada se mejoraron los convenios. Se estiró el ancho del gasoducto, se aumentó el volumen de exportación y se mejoraron los precios de exportación. Además, con la Ley de Hidrocarburos y la capitalización de YPFB (una de las leyes "malditas" criticada con tanto ahinco por Bánzer cuando era opositor), abrió el conducto por el que llegaron al país los capitales necesarios para construir la colosal serpiente de metal.

Bánzer citó a Sánchez de Lozada en su discurso porque sabía que Cardozo lo citaría. Aun así, el país sintió la ausencia y se lo preguntó al día siguiente a través de los periodistas. La respuesta de Bánzer fue indigna del momento que se vivió: "¡Ah!, ¿no estaba? No me he dado cuenta", dijo.

La mezquindad tuvo aristas menores. El viceministerio de Energía e Hidrocarburos editó un costoso folleto para las generaciones futuras con el historial del gasoducto en el que simple y llanamente se ignora a Sánchez de Lozada.

Un flaco favor a Bánzer, que seguramente no autorizó esa libertad que se tomaron los tradicionales "tirasacos", "buscapegas", "jalabolas" y "llunckus", que de paso empapelaron Santa Cruz con su fotografía buscando que la ciudadania no olvide que el gasoducto "es su obra".