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¡PERDONALOS VICTOR AGUSTIN!
Por
Hernán Maldonado
"U...gar...te, U...gar...te, U...gar..te", repetia para mi mismo. Creía
que el país entero al día siguiente saldría a las calles a corear el nombre
del tupiceño Víctor Agustín Ugarte.
Estos días en que la Confederación Sudamericana de Fútbol ha divulgado la
lista de los que a su juicio son los mejores futbolistas del siglo de cada
una de sus afiliadas, he vuelto a recordar esa noche.
Según la Confederación, el mejor futbolista boliviano de todos los tiempos es
Marco Antonio Etcheverry, "El Diablo". Obviamente esto desató una polémica
fenomenal en el país y la diáspora.
¿Valdrá la pena seguir?. Los coetáneos de Ugarte dirán que fue él y las
nuevas generaciones, obviamente dirán que es el Diablo.
No hay cómo ponerse de acuerdo.
Al Diablo, y no quiero que nadie entienda que trato de desmerecer sus
atributos, le tocó una época en la que los medios de comunicación hacen a las
personas de toda condición héroes o villanos en lo que canta un gallo.
Fruto del auge de esos medios, de la masificación de la comunicación, es que
El Diablo se ha convertido en una buena imagen de Bolivia y tenemos que
agradecérselo. Hoy para los medios nacionales es un héroe. Aquél aciago día
inaugural del Mundial EU-94 era un villano.
Este lunes en todo Estados Unidos las hazañas del compatriota fueron alabadas
por la prensa porque su equipo ganó por tercera vez el título de la MLS y es
cierto que los niños americanos que empiezan a patear un balón quieren
parecerse al Diablo. Nadie, por supuesto, se para a pensar que es como en el
cuento aquél del tuerto que es rey en medio de los ciegos. ¿O vamos a tomar
en serio a la Liga Mickey Mouse?
Cuando Ugarte concretó la hazaña boliviana aquél 1953, la prensa boliviana,
ni la radio, tenían enviados. Había que escuchar las transmisiones de la
radios peruanas, confiarse en los despachos cablegráficos y tratar de
desmentirles cuando aseveraban que teníamos por futbolistas a unos pataduras.
En los prolegómenos de ese campeonato sudamericano los periodistas peruanos
no discutían quien ganaría, sino por cuánto nos ganarían. Habían escogido a
Bolivia, supuestamente el más débil, para el partido inaugural.
Joe Calderón, Guillermo Barbadillo, Luis Navarrete, Vides Mosquera, eran los
ases que opondrían a nuestro equipo, en el que la única carta más o menos
conocida era Víctor Agustín.
Durante 87 minutos martillaron nuestro arco y la defensa se portó
heroicamente para mantener el 0-0 hasta que apareció la genialidad goleadora
de "El Maestro" quien dejó con los rulos hechos a los peruanos. Justamente
esa derrota, la única, le costó a Perú el título ganado a la postre por
Paraguay.
Y Ugarte fue uno de los primeros "extranjeros". Jugó en Argentina en una
época en que foráneos en el fútbol de ese país eran más raros que un solazo a
la medianoche. Fue objeto de discriminación. Sus "compañeros" le saboteaban
con pases malos o con no darle la pelota en situaciones propicias.
Pero el hombre volvió al fútbol nacional y sentó cátedra en el Bolívar. Si no
me equivoco en su época nació el calificativo de la Academia. No parecia
haber partido en que no marcara y me acuerdo de esas jornadas en la que sus
goles imposibles enfervorizaban de tal manera al público que era sacado en
andas del estadio al grito de U...gar...te, U...gar..te, U...gar...te en
manifestación multitudinaria por la Simón Bolívar, por la Avenida Camacho y
hasta su casa en la calle Bueno o a la sede del Bolívar en la Calle Potosi
esquina Ayacucho.
Y fueron 20 o más años de fútbol, de un fútbol exquisito, de goles y más
goles, de ese inmortal número 8, que entrados los años 60 resolvió dejar el
fútbol para convertirse en un ciudadano más, casi anónimo, hasta su muerte
hace relativamente poco.
El suyo, no fue un final feliz. Confrontó desde su retiro un sin fin de
problemas familiares. A mi me parece también que hubo tiempos en que se dejó
llevar por el abatimiento al ver que gente que en su tiempo no le habría ni
lustrado los botines, ahora escuchaba mejores aclamaciones de la multitud y
contaba en dolares sus jugadas.
En las comparaciones que se hacen, por ejemplo, se cita a la selección de los
70 y sus astros. Yo de esos astros lo que me acuerdo es que en tres partidos
en el Mundialito de Cali y en el repechage contra Hungría se comieron 19
goles.
Una aclaración. En mis años mozos odiaba a Ugarte, sobre todo por sus hazañas
contra The Strongest, porque ponían de mal humor a mi padre y terminaba mis
domingos leyéndole el periódico en voz alta, de arriba abajo, al pie de la
cama.
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