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Domingo 31 de mayo del 2009


UNA COPIA NAUSEABUNDA

Por Hernán Maldonado

¿En que se parecen el colombiano Giovani Vásquez y "El Viejo" (Ignacio Villa Vargas)? En que ambos tienen un llamativo prontuario policial y fungieron o fungen como "testigos estrellas" de la Fiscalia en unos asesinatos en los que se busca inculpar de alguna manera a "enemigos" del régimen de turno.

El 18 de noviembre del 2004 el fiscal Danilo Anderson murió quemado al explosionar su automovil en una calle caraqueña. Anderson perseguía a líderes de la oposición y era el mimado del petrodictador Hugo Chávez. Las primeras investigaciones señalaron que el fiscal, además, amasaba una cuantiosa fortuna chantajeando a sus víctimas.

Anderson, casi pavoneándose, también anunciaba abrir una investigación sobre los sangrientos hechos del 11 de abril del 2002, cuando fue derrocado brevemente Chávez. Sobre todo mostraba interés en saber si Chávez había renunciado aquél día, provocando un vacio de poder, como por cadena nacional lo anunció el ministro de Defensa, general Lucas Rincón.

Rincón, pese a ese histórico hecho, nunca fue proscrito (como lo fueron todos los otros miembros del alto mando militar) y más bien Chávez al regresar al poder lo mantuvo entre sus fieles y hasta ahora es su embajador en Portugal. Chávez incumplió la promesa de investigar aquellos sucesos en que murieron 19 venezolanos y asimismo quedó en nada la aspiración de Anderson.

Entonces entró en escena el Fiscal General Isaías Rodríguez. Lloriqueando explicó que el asesinato de Anderson le dolió más que la muerte de su misma madre y juró descubrir a los asesinos pese a quien le pese. Rodríguez (actualmente embajador en España) montó una circo asqueroso con su "testigo estrella", el infeliz Vásquez.

En una veintena de declaraciones públicas Rodríguez alabó a Vásquez como "testigo fidedigno", pese a que la prensa le desmoronó la trama capítulo por capítulo. Los principales sospechosos del asesinato de Anderson, según Rodríguez, eran la periodista Patricia Poleo, el empresario Nelson Mezerhane, el general Eugenio Añez y Salvador Romaní, hijo de un viejo luchador anticastrista.

Un "mensaje a García", pues. El intento era amenazar a la prensa, al empresariado y a potenciales sectores militares disidentes. De ahí en adelante el "caso Anderson" sirvió para perseguir a cuanto opositor levantara la voz contra Chávez, aunque hasta hoy no se sabe quién asesinó a Anderson.

Pero la trama ideada por el diabólico Rodríguez no acabó. Hace menos de dos años reapareció el "testigo estrella" para contar cuánto y dónde se le pagó para para prestarse a esa monumental farsa que costó a muchos inocentes la cárcel y que mantiene en el exilio a Poleo, Premio Rey de España 2001 por haber descubiertó cómo el régimen de Chávez protegía en Venezuela al delincuente peruano Vladimiro Montesinos. Vásquez, además, denunció con nombres y apellidos a subalternos de Rodríguez quienes fueron los que le leyeron los guiones para que repitiera como loro y los firmara.

Ahora en Bolivia se repite esta mala película a raiz del asesinato en Santa Cruz el 16 de abril de tres supuestos aspirantes a magnicidas. El fiscal del caso, Marcelo Soza, en reiteradas oportunidades aseguró que "El Viejo" se presentó voluntariamente a declarar y en ningún momento mencionó que fue remitido por el gobierno, como lo reveló la semana pasada el canal PAT.

"El Viejo", al que se atribuye ser miembro de los "aspirantes a magnicidas", igual que el charlatán colombiano, involucró a líderes autonomistas de Santa Cruz en la supuesta conjura, entre ellos al prefecto Rubén Costas, Branco Marinkovic y Guido Nayar. ¿Un guión viejo con nuevos actores? Amanecerá y veremos.