Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Domingo 14 de enero del 2007


EL CONFLICTO PERMANENTE

Por Hernán Maldonado

El tira y afloja, el conflicto permanente, le ha dado buenos resultados - hasta ahora - al presidente Hugo Chávez para imponer sus caprichos en Venezuela y por lo que estamos viendo, sus imitadores bolivianos andan por la misma senda. Lo que no quieren entender éstos es que, como asegura bien Filemón Escobar, Bolivia no es Venezuela.

Desde hace un año no hay semana en que desde el oficialismo se atice la discordia contra la "oligarquía", o se lance retos al "imperialismo y sus agentes". Veladamente se advierte que las comunidades indígenas de Bolivia se cobrarán la revancha de 500 años de dominación de los "blanquitos". Algo tan torpe que no tiene ni pies ni cabeza.

Esa misma cháchara hizo que hace cuatro años en Caracas vándalos chavistas arrastraran por las calles e hicieran desaparecer hasta hoy la estatua de Cristóbal Colón. En Bolivia vergonzosamente hasta se insinúa desde el alto gobierno que las sirvientitas en la zona sur de La Paz podrían estar escupiendo en la sopa de sus patrones.

El chavismo, en su andar totalitario, ha sembrado de periodiquillos y emisoras comunitarias la geografia venezolana y está entregando dinero al régimen de Evo Morales para que haga lo mismo. No contento con esa avalancha comunicacional, la satrapía venezolana ahora acallarará a RCTV, la emblemática televisora, cuna del gran talento periodístico y artístico del país por más de 70 años, por el "delito" de criticar al oficialismo. Lo ocurrido la semana pasada con Unitel en Cochabamba señala también por dónde andan los tiros en Bolivia.

Pero el esfuerzo mayoritario del chavismo se ha enfilado estos ocho años contra los partidos políticos. Apenas instalado en el poder Hugo Chávez se ofreció para quemar en aceite hirviendo las cabezas de sus líderes. En Bolivia no se ha llegado a ese extremo, pero allí apuntan las actitudes de los actuales gobernantes. Repasen el pensamiento político de Alvaro García Linera, sobre todo su discurso en Achacachi, y analicen quiénes promueven el sangriento y costoso cerco en Cochabamba.

El vicepresidente lo ha dicho muy claro: "No se trata por tanto de una democratización social del poder, sino de que los dominados de antes, hoy en el poder, construyan una red de relaciones que le permitan gobernar de manera absoluta en el tiempo. Los excluidos y dominados pasan a ser los dominadores y los dominadores de ayer pasan a ser los excluidos y dominados del presente..."

Los editorialistas, los analistas, la cátedra ni los comités cívicos pueden reemplazar a un partido político y el afán de Chávez ha sido descalificar, dividir, a lo que queda de los otroras grandes partidos socialdemócratas y democratacristianos que se alternaron en el poder desde 1958 en Venezuela. El masismo boliviano busca permanentemente desinflar lo que queda del banzerismo-quiroguista y el movimientismo.

Hay que destacar que el régimen boliviano aún está de luna de miel y muchas cosas le son pasadas por alto. Hasta las muertes en Huanuni y Cochabamba parecen resbalarle al gobierno del primer presidente indígena de Bolivia. Por menos que eso, lo que ahora son gobierno, estigmatizaron a los regímenes de Jaime Paz Zamora, Hugo Bánzer y Gonzalo Sánchez de Lozada.

Y tal parece que estamos recién en el comienzo de esa política de conflicto permanente sin recordar que el que siembra vientos cosecha tempestades. Y de esto hay sobradas pruebas en Bolivia, en Venezuela y en cualquier otra parte.





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