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Doming 24 de mayo del 2015


BOLIVIA Y SU BUROCRACIA

Por Hernán Maldonado

Los medios afirman que alrededor de nueve millones de indocumentados en Estados Unidos buscan legalizar su situación… Ahora conozco a un boliviano, con nacionalidad estadounidense, que busca ansioso su cédula y pasaporte de Bolivia. ¿Qué tal?

El artículo 143 de la Constitución establece que "un boliviano (de origen, nacido en territorio nacional) tampoco pierde su nacionalidad por adquirir una nacionalidad extranjera". Anteriormente existía otro artículo más explícito: El boliviano nacionalizado extranjero, recupera su nacionalidad con solo avecindarse otra vez en territorio nacional…

Pero bueno, estoy junto con un boliviano de origen que la última vez que estuvo en Bolivia fue hace 35 años y en cuyo pasaporte americano se hace constar que es "nacido en Bolivia". Le acompaño en una larga cola en la Plaza Venezuela para actualizar su partida de nacimiento.

Cuando salió de Bolivia, hace casi 47 años, era un bebé y sus padres tuvieron el cuidado de sacarle certificado de nacimiento, revalidado por la más alta autoridad del Registro Civil, certificada esa firma por el Departamento Legal de la cancillería y refrendado como documento boliviano legal por la embajada de Estados Unidos.

Tras una cola de 3 horas, una funcionaria del Registro descubre que esos papeles "no sirven" porque ahora los certificados de nacimiento deben decir "Estado Plurinacional". Superiores de la burócrata le dan la razón al solicitante y finalmente consigue el "nuevo" documento, legalmente "único requisito" para sacar la cédula de identidad.

En lo que era el Cuartel Sucre, ahora funcionan las oficinas de identificación. Tras otra enorme cola, el joven es enviado a casa porque "no habla como boliviano…" (¿Y cómo va a hablar si salió del país hace medio siglo?). Los burócratas le piden que vaya a Inmigración y saque un documento que haga constar que salió del país con el pasaporte y foto de su madre.

Ya la tarde está avanzada y pese a ello los burócratas no terminan de "volver" del almuerzo. Otra cola para finalmente establecer que se necesita una orden fiscal. El azar hace que se llene el requisito, pero la burocracia es atroz: "En cinco días hábiles recibirá la respuesta a su solicitud". ¿Existirán documentos de hace 50 años?

La única respuesta a la pregunta es que el solicitante -que ya debe regresar a Estados Unidos-- debe olvidarse de tener cédula y pasaporte bolivianos (como legalmente le corresponde). Es una víctima más de "la burocracia insensible y satisfecha", como decía el líder minero Juan Lechín Oquendo.

Tres días después el frustrado solicitante chequea su pasaje a EE.UU y el empleado le pide pasar por Inmigración y la Puerta 10. Comprueba que sus tribulaciones no terminaron. Impertérrito el agente dice: Aquí su pasaporte americano dice que es boliviano. Tiene que mostrar un documento que lo certifique.

--Pero es que yo nunca tuve cédula ni pasaporte boliviano, se defiende.
--No me importa. Yo cumplo la ley, dice el ogro.
--Gasté dos días enteros de mi vacación tratando de sacar mis papeles bolivianos y no pude.
--Documento boliviano… o no viaja, es la tajante respuesta.
--El asustado viajero se acuerda de su flamante certificado de nacimiento "plurinacional" y lo muestra.
-- No sirve. Sostiene el energúmeno. Tiene que tener foto, precisa.

Felizmente aparece un supervisor del sujeto que atiende las razones del porqué este boliviano no tiene papeles y ordena que se embarque, pero recomendándole que, apenas pueda, los saque. De nada sirvió que en el pasaporte del Tío Sam (e imagínense las pruebas que debieron mostrarse) diga: Lugar de nacimiento: La Paz. País: Bolivia.

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