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Viernes 9 de diciembre del 2016


BOLIVIA: TODO LISTO PARA "METERLE NOMAS"

Por Hernán Maldonado

Todo político debería siempre leer libros de Historia para saber donde se encuentra de cara al futuro, pero sin perder de vista lo que ocurrió antes de él. Un viejo profesor recomendaba: Un político debe ser como el chofer de un auto. Va hacia adelante sin descuidar lo que ve por su espejo retrovisor.

La Historia de Bolivia, en el rubro de las reelecciones presidenciales consecutivas, está escrita en moldes de fracaso. Los que lo intentaron, más militares que civiles, acabaron en el destierro, inclusive ilustres forjadores de la nacionalidad.

En nuestros tiempos, el presidente Víctor Paz Estenssoro, que acabó con la Bolivia de la oligarquía minero-feudal, no resistió a la tentación de hacerse reelegir en 1964, a pesar de los consejos en contra dentro de su propio partido, el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR). Una insurrección militar lo sacó de la presidencia el 4 de noviembre de aquél año, a pocos meses de su primera reelección consecutiva. 20 años después volvería a la presidencia, cuando Bolivia estaba cansada de la larga noche de los generales que se alternaron en el poder con breves intervalos democráticos.

Actualmente Evo Morales busca su tercera reelección. El 2006 fue elegido por abrumadora mayoría. Cambió la Constitución que prohibía la reelección y en nueva votación logró la victoria. La ley reformada establecía que solo podía ser reelecto una sola vez. Morales arguyó que su periodo recién empezaba. Avalado en un fallo judicial de dudosa factura, el 2015 volvió a ser reelegido y empezó su campaña para su "re-re-reelección" en 2019.

Esa ambición desbocada de poder fue criticada por el poder civil. Morales, sin haber transcurrido ni siquiera el primer año de su re-reelección, convocó a un referendo para que fuera el país el que aceptaba o no esa reelección del 2019. El 21 de febrero del 2016, ante la sorpresa oficialista, el voto por el NO fue el ganador.

Pero Morales y sus cofrades no se dan por vencidos. A pesar de los escándalos de corrupción por millones de dólares, la persecución, encarcelamiento y exilio de dirigentes políticos, o de su exclusión vía judicial, el caudillo cocalero insiste en ser candidato el 2019. Lo que no quiere ver es que su popularidad ha ido desapareciendo, como el agua potable en las ciudades de La Paz, Oruro y Cochabamba.

Grandes segmentos de la sociedad civil son opuestos a un nuevo referendo sobre el mismo tema, pero Evo (que asegura no estar preparado para irse a descansar a su casa) confía en que sus "movimientos sociales", principalmente cocaleros y ociosos que viven del erario nacional, buscarán un resquicio para burlar el referendo del 21F.

El próximo fin de semana sus movimientos sociales lo proclamaran candidato para el 2019. El vicepresidente Alvaro García Linera ha adelantado que Morales será postulado otra vez.

En las anteriores campañas, Morales tenía a su favor la chequera de Hugo Chávez y grandes ingresos, como jamás los tuvo gobierno boliviano alguno, por el alza de los precios de las materias primas de exportación, Con dinero cantante y sonante podía comprar periódicos, emisoras y TV y acallar voces disidentes. Ahora es más difícil. La principal central de trabajadores, que era su aliada, le da la espalda.

Aunque la corrupción, la mentira, el engaño, son el lastre del régimen, Morales, creo yo, insistirá en salirse con la suya, por su convencimiento de que hay que meterle nomás. El 2006 introdujo esta "filosofía": "Por encima de lo jurídico, es lo político. Cuando algún jurista me dice: Evo, te estás equivocando jurídicamente, yo le meto nomás. Después les digo a los abogados: Si es ilegal, legalicen ustedes que, para eso han estudiado…"