Bolivia imprevisible




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Domingo 3 de enero del 2010


BOLIVIA IMPREVISIBLE

Por Hernán Maldonado

Por muchos años se atribuyó a un alemán escapado de Europa tras la II Guerra Mundial, y que se asentó en el oriente hasta su muerte, haber haber definido a Bolivia como "el país donde lo posible se hace imposible y lo imposible posible". Otros atribuyen la frase al Dr. Victor Paz Estenssoro.

Quienquiera que sea, lo claro es que conocía profundamente la historia del país. Un puñado de valientes escribió las páginas más brillantes de amor a la patria en Boquerón. Lo que era imposible, se hizo posible. ¿No ocurrió lo mismo en el Alto de la Alianza? El 11 de abril de 1952 el pueblo rebelde rindió a un ejército bien pertrechado. Dos días antes eso era impensable.

Las tragedias del Pacífico, del Acre y el Chaco escapan a toda racionalidad al analizarse las penurias que tenian que pasar los soldados al cubrir enormes distancias, las más de las veces a pie, con escasos recursos, para estar en la primera línea de combate.

Cuando no estaban disponible los hombres, las mujeres ocuparon su lugar en el combate y por eso y en honor de las Heroínas de la Coronilla rendimos todos los años homenajes a nuestras madres. Fueron unas mujeres también las que iniciaron en 1978, con su huelga de hambre, el desmoronamiento de la dictadura banzerista.

Oscar Unzaga de la Vega, entre los contemporáneos, es el ejemplo de la lucha tenaz por lo que creía. Todavía hoy vemos a algunos de los que lo sobrevivieron aferrados a las ideas del jefe falangista. Nada parecía imposible para él y cuando lo creyó, prefirió pegarse un tiro.

Quizás por hombres como él es que Bolivia jamás tuvo un dictador que llegara a una década en el gobierno, como ocurrió en Paraguay, Venezuela, República Dominicana, Haití, Argentina, etc.

La volubilidad de las masas, como en ninguna otra parte, también escribió su historia trágica. En 1864 Isidoro Belzu era idolatrado por las multitudes reunidas frente al Palacio Presidencial en festejo de su triunfo revolucionario. Mariano Melgarejo se negó a verse derrocado, y en un arrojo descomunal tomó la residencia y tras matar al ex presidente encaró a la multitud; "Belzu ha muerto, ¡Quién vive ahora! La multitud empezó a corear su nombre.

Otros que se creían inmortales sucumbieron de la manera más impensada, como le ocurrió en 1872 a Agustín Morales muerto de un balazo por su propio sobrino. Más recientemente, el general René Barrientos, idolatrado hasta ahora en las zonas rurales del valle cochabambino, encontró su fatal destino en un paraje de Arque.

Esta la pequeña historía trágica de los imposibles vueltos posibles en Bolivia, aun en casos en que los poderosos de turno se creían bien atornillados en la silla presidencial. ¿Alguien podía predecir lo que le ocurriría a Germán Busch, a Juan José Tórrez, a Gonzalo Sánchez de Lozada?

Y con muy pocas excepciones, lo posible también se ha hecho imposible. Ha ocurrido casi siempre que los caudillos de movimientos populistas, casi nunca han vuelto al poder. Peor todavía, muertos estos, han perdido vigencia o ¿es que queda algo de Condepa? Lo que pasa, como lo apunta el sociólogo Gustave Le Bon, las masas son volubles. Mucho más en Bolivia, si uno revisa inclusive someramente su historia.

¿Por qué todo esto? Es una especie de respuesta a mis desocupados lectores que me mandan emails preguntándome que pasará en Bolivia. Mis cansados ojos ya van visto muchas cosas y estoy preparado para ver muchas más. Me resisto a sucumbir a la propaganda porque en mi vida yo si he visto pajaritos preñados.