Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Domingo 29 de agosto del 2004


LA LEÑA DEL ARBOL CAIDO

Por Hernán Maldonado

Desde hace casi un año, raro es el día en que no se mencione de una u otra manera en Bolivia a Gonzalo Sánchez de Lozada. Para las "grandes mayorías" del país digitadas por los Evos, los Mallkus, los De la Cruz, los Olivera y los Solares, el ex presidente es "un criminal" que debe ser encarcelado.

Lo sorprendente es que no son solamente esos individuos los que llevan la voz cantante, sino otros políticos, no pocos columnistas, los que eran sus socios en el gobierno y para colmo hasta gentes de su propio partido, el Movimiento Nacionalista Revolucionario.

Ayer nomás Sanchez de Lozada era reverenciado como un gran estadista, al que el presidente Bill Clinton lo sentó en su palco en la inauguración del Mundial del 94, el hombre que era alabado en la gran prensa estadounidense, el que hablaba de tú a tú y "chocaba los cinco" públicamente con el secretario de Hacienda del imperio, William Benson.

Los panegíricos en la prensa boliviana fueron inacabables cuando la Organización de los Estados Americanos lo recibió en sesión solemne y, como a ningún otro presidente anteriormente, le tributó una ovación de pie y por cinco minutos.

La Participación Popular, que sus enemigos políticos empaquetaron en el capítulo de las "leyes malditas" quería ser copiada por varias naciones del hemisferio y los expertos de esos países peregrinaban a La Paz en busca de mayores detalles para su implementación.

Hasta el ahora presidente, Carlos Mesa, escribió lo siguiente el 13 de diciembre del 2000, mucho tiempo después de haber dejado la presidencia el líder movimientista:

"No tengo la culpa de que el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada haya sentado las bases de un nuevo Estado... Que le quede claro al Ministro (Manfredo Kempff) que creo que el gobierno de Sánchez de Lozada fue serio y de trascendencia histórica".

Por todas esas cosas Sánchez de Lozada fue reelegido el 2002 en justa lid democrática. Y no soy quien va a juzgar si estaba haciéndolo bien o mal, porque no se trata de eso, para aprobar o criticar su defenestramiento en octubre del 2003.

Eso si, tengo que insistir en que si Sánchez de Lozada cometió tales errores en su primer gobierno, en el quinquenio subsiguiente, con esa enorme mayoria parlamentaria que tenía el banzerismo, no hubiera costado nada seguirle un Juicio de Responsabilidades y mandarlo a Chonchocoro. Pero no sucedió nada.

Ahora se lo quiere juzgar por los recientes hechos, porque por los otros ya no sería posible. Ya pasó un periodo constitucional. En el fondo está el deseo de los antisistemicos que quieren encarcelar a como de lugar al "gringo entreguista y proimperialista"

Porque es feble juzgarlo por los muertos de los sucesos de febrero y octubre del 2003, como si las decisiones tomadas para salvaguardar la paz y el patrimonio público no fueran un imperativo establecido por la Constitución Política del Estado, con una de cadena de mando que empieza en la presidencia y termina en el último de los uniformados. Claro, otra cosa son los excesos. ¿Alguien probará que Sánchez de Lozada es el "autor intelectual de ellos?"

Y creánme que no tengo ninguna simpatía con el ex presidente. Es más, me dejó un mal sabor de boca porque cuando vino a Miami en 1995 busqué entrevistarlo y me evitó ladinamente, quizás pensando en que le pediría algún puesto público.

No. Simplemente me llama la atención cómo estos días en Bolivia a Sánchez de Lozada se le acusa de todo con tal de verlo sentado en el banquillo de los acusados. Sus impugnadores creen que enjuiciarán al mismísimo "Tio Sam".

La inquina es tal que ahora hasta son de mal gusto los chistes que hacía, cuando en las épocas en que estaba sentado en el trono de la Plaza Murillo los plumíferos solían hallar en ellos agudeza mental, perspicacia, y hasta le agradecian haber traido frescura a las declaraciones oficiales, de ordinario tan almidonadas, solemnes y repetitivas.

Pero al margen de todo, el juicio a Sánchez de Lozada no es sino un ejercicio demagógico de los "ultras" y los politiqueros para distraer la atención de la opinión pública de asuntos más serios. Porque con los paquidérmicos e ineficientes poderes Legislativo y Judicial una eventual condena al expresidente está más lejos que Marte.





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